Desafíos actuales para la Seguridad Nacional en España

En el marco de un mundo cada vez más interconectado, el Informe Anual de Seguridad Nacional de 2022 identifica, en mi opinión, tres amenazas críticas que ponen a prueba la estabilidad del Estado Español: la creciente tensión estratégica y regional, el espionaje e injerencias desde el exterior, y las campañas de desinformación acompañadas de flujos migratorios irregulares.[1] El propósito de este editorial es explorar cómo estos riesgos afectan a España desde diversas perspectivas, tales como la política, la psicológica, la sociológica, la económica y la cultural, teniendo en cuenta su impacto en la ciudadanía.

Desde una perspectiva política, la tensión estratégica y regional se presenta como un desafío de considerable envergadura. Autores de renombre, como Waltz (1979), sostienen que, en un sistema internacional anárquico, los Estados buscarán asegurar su supervivencia a través de la maximización de su poder. En el contexto de España, la tensión en las regiones vecinas puede incidir directamente en la estabilidad política interna.[2] Un ejemplo palpable es la relación con Marruecos en el conflicto del Sáhara Occidental. Aunque pueda parecer un asunto resuelto, se vislumbra la posibilidad de futuros problemas derivados de la disputa por recursos naturales esenciales para la fabricación de productos tecnológicos y otros de uso combustible. La escalada de tensiones repercute en la toma de decisiones gubernamentales y modifica la percepción ciudadana de la seguridad. Estos factores, especialmente en el caso de disputas prolongadas, pueden generar un impacto sostenido en la gobernabilidad y la estabilidad interna del país.

En la dimensión psicológica, el espionaje y las injerencias extranjeras siembran desconfianza y paranoia en la sociedad. La teoría del realismo psicológico (Jervis, 1976) sugiere que las percepciones erróneas de intenciones pueden desencadenar respuestas defensivas.[3] Ejemplos de ciberataques y operaciones de inteligencia extranjera en España intensifican la desconfianza, afectando la salud mental de la población y generando una sensación constante de vulnerabilidad.

Desde un enfoque sociológico, las campañas de desinformación y los flujos migratorios irregulares impactan la cohesión social. Autores como Putnam (2007) argumentan que la diversidad, sin un sólido tejido social, puede generar desconfianza y tensiones.[4] En el contexto español, la difusión de noticias, tanto verídicas como falsas, vinculadas a los migrantes y las oleadas de migración irregular, acentuada por la considerable presión sobre los servicios asistenciales y los recursos estatales, tiene el potencial de agravar la polarización y la xenofobia. Esto podría desencadenar una división en la sociedad, impulsada por medios de comunicación con posturas editoriales radicalmente opuestas respecto a la identidad nacional y la solidaridad.

Desde el punto de vista económico, estas amenazas impactan directamente en la estabilidad financiera. La incertidumbre política y las perturbaciones económicas están intrínsecamente interconectadas.[5] La inseguridad generada por tensiones regionales y desinformación puede disuadir inversiones extranjeras y afectar el desarrollo económico. Además, la gestión de flujos migratorios demanda recursos significativos, aumentando la presión financiera sobre el Estado.

Por otra parte, la amenaza a la seguridad nacional también impacta la riqueza cultural del país. Autores como Huntington (1993) sostienen que las identidades culturales pueden generar conflictos en situaciones de cambio.[6] En el contexto español, la diversidad cultural puede ser un recurso valioso, pero la manipulación de información y la llegada de flujos migratorios irregulares y descontrolados, con un alto porcentaje de personas sin intenciones de integrarse al país de acogida, pueden provocar tensiones culturales, amenazando la armonía cultural y la identidad nacional.

En este punto, es pertinente abordar la situación de Cataluña que representa un riesgo significativo de desestabilización en la península ibérica, afectando las relaciones estratégicas y regionales. Este escenario podría ser aprovechado por actores externos e internos con intereses en debilitar la cohesión regional, potencialmente conduciendo a la explotación de divisiones internas.

En consonancia con esta perspectiva, en 2018 escribí un artículo titulado « Nationalism and Public Policy «, el cual generó ciertas críticas que llegaron incluso a calificarme de «loco». La conclusión de dicho artículo sostenía que «cuando las condiciones políticas propicias han alcanzado su punto álgido en términos de poder e influencia, y las relaciones entre las fuerzas sociales e institucionales están exhaustas, el último paso para un movimiento nacionalista es la búsqueda de la independencia»,[7]algo que estamos viviendo en la actualidad.

En este sentido, la situación en Cataluña se presenta como un terreno propicio para actividades de espionaje e interferencia por parte de servicios de inteligencia extranjeros que buscan amplificar las divisiones existentes para sus propios fines estratégicos.

La polarización en la región también aumenta el riesgo de campañas de desinformación, con actores externos difundiendo narrativas distorsionadas para exacerbar tensiones y minar la confianza en las instituciones democráticas. Además, la incertidumbre política y social en Cataluña podría contribuir a flujos migratorios irregulares, con posibles implicaciones para la estabilidad no solo en la región, sino a nivel nacional. Estos aspectos subrayan la necesidad de abordar la situación de manera integral para prevenir posibles amenazas estratégicas y regionales.

En síntesis, la tensión estratégica y regional, el espionaje, las campañas de desinformación y los flujos migratorios irregulares representan desafíos complejos que afectan a España en diversos niveles. Estas amenazas impactan desde el ámbito político hasta el cultural, demandando respuestas coordinadas y multidisciplinarias. Es vital que España refuerce sus capacidades en ciberseguridad, fortalezca la resiliencia social y fomente un diálogo inclusivo, aunque con postura firme para hacer frente a estos desafíos. La seguridad nacional no solo implica la protección de fronteras físicas, sino también la preservación de la integridad y cohesión de la sociedad española en su conjunto.

[1]Administración General del Estado. (2023) <<Informe Anual de Seguridad Nacional 2022>>. Madrid, España: Producciones MIC, S.L.

[2]Waltz, K. (1979) <<Theory of international politics>>. Reading, MA: Addison-Wesley.

[3] Jervis, R. (1976) <<Perception and Misperception in International Politics>>. Princeton University Press.

[4]Putnam, R. (2007) <<E pluribus unum: Diversity and community in the twenty-first century>>. Scandinavian Political Studies, 30, 137-174.
http://dx.doi.org/10.1016/j.ejpoleco.2005.10.005

[5] North, D. C. (1990) <<Institutions, Institutional Change and Economic Performance>> (p. 33). Cambridge: Cambridge University Press.

[6] Huntington, S. (1993) <<The Clash of Civilizations>>. Foreign Affairs, 72, 22-49. https://doi.org/10.2307/20045621

[7]Galascio Sánchez, M. A. (2018) <<Nationalism and Public Policy>>. Policy Examination. https://policyexamination.com/2018/09/11/nationalism-and-public-policy-2/

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