Desde los inicios de Internet, el impacto de esta tecnología en la construcción y comprensión del yo en el ciberespacio ha sido motivo de preocupación e interés. Sobre todo, porque las personas enfrentan dificultades para establecerse en sociedades en las que las estructuras interpersonales tradicionales han desaparecido, y la magnitud de la tarea de dominar los objetos en unas condiciones en las que la tecnología se ha vuelto extraordinariamente compleja y sofisticada.[1] Surge la interrogante sobre si somos personas diferentes en línea en comparación con nuestra vida fuera de la pantalla, o si Internet nos brinda nuevas oportunidades para conocernos a nosotros mismos de una manera más profunda. ¿Los «yoes» que creamos en el ciberespacio trascienden a otros espacios de nuestra existencia? Estas cuestiones han dado lugar al surgimiento de la disciplina conocida como ciberpsicología, que se dedica al estudio de cómo se moldea y comprende el yo en el ámbito digital.[2]
En este marco, es importante reconocer que los académicos han adoptado diversas perspectivas y enfoques para operacionalizar el concepto de «yo» en el ciberespacio. En lugar de favorecer una teoría sobre otra, se destaca la relevancia de una variedad de trabajos influyentes en este campo. Examinar estas teorías y la investigación asociada nos permite obtener una visión general de los avances logrados hasta ahora.
Para comprender el yo en el ciberespacio, resulta pertinente reflexionar sobre las teorías originales que han moldeado nuestra comprensión del yo en contextos más tradicionales. Filósofos, teólogos y psicólogos han abordado esta cuestión a lo largo de la historia. Por ejemplo, William James, uno de los pioneros de la psicología, hizo una distinción entre el yo como sujeto y el yo como objeto.[3] Además, el concepto del «espejo social», desarrollado por Cooley, resalta la idea de que nuestro yo se construye a partir de nuestras interacciones sociales y de cómo somos percibidos por los demás.[4]
Una perspectiva psicológica relevante en este contexto es la teoría de los rasgos, que argumenta que el yo contiene características específicas que son evolutivas, heredables y universales en todas las culturas. Según esta teoría, los rasgos son relativamente estables a lo largo del tiempo, y cada individuo posee diferentes rasgos que influyen en su comportamiento. Diversos investigadores han propuesto modelos de personalidad basados en rasgos, como los 16 factores primarios de Cattell[5]–[6] o los cinco factores de personalidad de Goldberg.[7]
La ciberpsicología ha buscado aplicar estas teorías y modelos al estudio del yo en el ciberespacio. Los avances tecnológicos y la omnipresencia de Internet han generado un nuevo escenario en el que las interacciones y las identidades digitales cobran protagonismo. La forma en que nos presentamos en línea, cómo interactuamos con otros en plataformas digitales y cómo nos percibimos a nosotros mismos en este entorno virtual plantean desafíos y oportunidades únicas.
En última instancia, la ciberpsicología nos invita a reflexionar sobre la naturaleza cambiante y compleja del yo en la era digital. ¿Somos una única identidad que abarca tanto el mundo en línea como el offline, o existen múltiples facetas de nuestro yo que se despliegan en diferentes contextos? La respuesta a estas preguntas no es sencilla, ya que la interacción entre nuestra identidad en el ciberespacio y nuestra identidad fuera de línea es compleja y dinámica.
El ciberespacio nos ofrece la posibilidad de explorar diferentes aspectos de nosotros mismos, de expresarnos de manera más libre y de conectarnos con personas de diversas culturas y perspectivas. Las plataformas digitales nos permiten crear perfiles y avatares que representan nuestras identidades virtuales, lo que puede influir en nuestra autoimagen y en cómo nos percibimos a nosotros mismos.
Sin embargo, también existen riesgos asociados con la construcción del yo en el ciberespacio. La anonimidad y la falta de interacción cara a cara pueden dar lugar a comportamientos irresponsables o dañinos. La presión por encajar en determinados estereotipos o la comparación constante con los demás pueden afectar negativamente nuestra autoestima y bienestar emocional.
Es fundamental abordar la cuestión de la identidad en el ciberespacio desde una perspectiva multidisciplinaria que combine los conocimientos de la psicología, la sociología, la ética y la tecnología. Los profesionales de la ciberpsicología deben estar preparados para comprender y abordar los desafíos y las oportunidades que surgen en este entorno digital en constante evolución.
Además, es importante promover la educación y la alfabetización digital para fomentar un uso responsable y saludable de Internet. Esto implica enseñar a las personas a proteger su privacidad, a ser conscientes de los riesgos en línea y a desarrollar habilidades para gestionar su identidad digital de manera segura y ética.
En síntesis, la ciberpsicología es una disciplina crucial en la era digital, ya que nos permite explorar cómo se construye y se comprende el yo en el ciberespacio. A medida que avanzamos en este nuevo territorio digital, es fundamental abordar los desafíos y las oportunidades que surgen en la intersección entre la identidad en línea y fuera de línea. La reflexión ética, la educación digital y la investigación continua son clave para promover un uso responsable y saludable de Internet y para fomentar el desarrollo de una identidad digital que refleje nuestra autenticidad y bienestar emocional.
[1] Frosh, S. (1991) <<Identity Crisis: Modernity, Psychoanalysis and the Self>>. London: Macmillan
[2] De la Serna, Juan Moisés. (2018) <<Ciberpsicología: La Nueva Psicología>>. 10.6084/m9.figshare.13503447.
[3] James, W. (1963) <<The principles of psychology>>. Dover Publications. (Obra original publicada en 1892).
[4] Cooley, C. H. (1902) <<Human nature and the social order>>. Charles Scribner’s Sons.
[5] Cattell, R. B. (1946) <<Description and measurement of personality>>. World Book Company.
[6]Cattell, R.B. (1943) <<The description of personality: the foundations of
trait measurements>>. Psychological Review, 50, 476-507.
[7] Goldberg, L. R. (1990) <<An alternative ‘description of personality’: The big-five factor structure>>. Journal of Personality and Social Psychology, 59(6), 1216–1229.