La crisis de Rusia II

(Ucrania)

Michael A. Galascio Sánchez

“El que cree que en el mundo los diablos nunca andan sin cuernos y los locos sin cascabeles, serán siempre víctima o juguete de ellos». Arthur Schopenhauer.

Al final, Rusia, bajo una locura atroz, ejecuta operaciones militares en Ucrania, sembrando terror y caos con el fin de que los ucranianos renuncien a su determinación de ser libres.

Ahora bien, en este conflicto existen diferentes niveles de análisis. De entrada, y siguiendo con la lógica planteada en el primer artículo, al tratarse de la reorganización del mapa político europeo, lo que pretende el apóstol espiritual del comunismo, Vladimir Putin, es la ruptura del viejo orden, en el que todos los actores políticos sabían dónde estaban los límites. Es decir, que se trata de la distribución del poder en Europa por zonas de influencia.

Por otra parte, desde la perspectiva global, significa un golpe para la economía Occidental a fin, entre otras cosas, de establecer un nuevo orden económico. Hecho que los líderes europeos aún no han interiorizado.

Por ello, no es de extrañar que la sucesión de estos acontecimientos sea por un lado, producto de la intoxicación demiúrgica de Putin, y por otro, de la hipocresía de los dirigentes europeos, así como de una población mediocre, con poca convicción y voluntad, acostumbrada a vivir cómodamente.

Una ciudadanía cuyo convencimiento es que basta con cuatro envíos solidarios para paliar las necesidades de las víctimas ucranianas y acallar la escasa conciencia moral que le queda. En esta época de frivolidad y vergonzosa desidia en la que vivimos, no me extrañaría en absoluto que la acción más desafiante de Europa sea la titánica tarea de enviar algunos tuits fuertes, para después cenar e irse a la cama al calor que produce el gas ruso.

La incapacidad de la UE para articular una respuesta conjunta, abre la puerta a una narrativa que pretende calar en las mentes frágiles de la ciudadanía joven dominada por la cobardía fraudulenta, nacida de la costumbre. Pretenden hacer creer que lo que está ocurriendo constituye un cambio en el orden mundial, señalando las intenciones de la OTAN, el origen soviético de Ucrania y la reafirmación del poder ruso en un sentido multipolar.

Por otro lado, pienso que para Rusia la invasión de Ucrania ha sido un grave error, puesto que el ciudadano común, quien será el verdadero afectado por las sanciones, observa con incredulidad una guerra en apariencia fratricida, dado que en los estratos bajos y medios de ambas sociedades existen lazos familiares y de amistad sumamente estrechos entre rusos y ucranianos. Pienso que si se prolonga el conflicto comenzaremos a ver en Rusia más protestas y manifestaciones abiertas. Sin embargo, eso no cambiará la determinación de Putin.

Habrá que esperar al resultado de las negociaciones que mantienen Ucrania y Rusia, y estar atentos a las verdades contradictorias que surgirán allí, para la desesperación infinita de Occidente.

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