Toda muerte es una especie de símbolo de la derrota humana, sobre todo cuando ésta llega abruptamente. Hay un temor general que tiene una pequeña nota de pánico. Y eso es algo que tenemos que erradicar. Porque produce confusión y errores de juicio y por lo tanto, fracaso y dolor en un sentido muy profundo.
Tenemos unos líderes que no velan por nuestros intereses. Como decía Michael Ellner: «Sólo míranos. Todo está al revés… Los médicos destruyen la salud, los abogados destruyen la justicia, los psiquiatras destruyen las mentes, los científicos destruyen la verdad, los principales medios destruyen la información, las religiones destruyen la espiritualidad y los gobiernos destruyen la libertad». Quizás porque en la esencia de nuestros líderes, al igual que en la nuestra, nuestras pasiones están en nuestro placer. Esta es nuestra forma de prejuicio.1 La gente que ha sido amable con nosotros, la gente que amamos, y luego los que han sido amables o no, y no nos gustan, o aquellos con los que simplemente no sintonizamos. Por otro lado, tenemos prejuicios nacionales, étnicos y culturales. Todo eso aflora en época de crisis y cualquier desviación de la razón, cualquier desvío de la justicia divina y humana está mal. Por eso la política pública es errática.
Percibimos la realidad de manera distinta. Cada persona tiene un túnel neurológico de realidad.2 Por este motivo, con frecuencia nos malinterpretamos y nos juzgamos mal unos a otros. El significado de túnel de realidad puede explicarse de la siguiente manera: El ser humano recibe del entorno más de un billón de señales cada minuto, muchas de las cuales ni siquiera son conscientes. Estas señales afectan nuestras piernas, brazos, ojos, oídos, olfato… Toda esta información entra a raudales mientras que el sistema nervioso realiza evaluaciones en distintos niveles abriéndose camino hacia los modelos clásicos que conocemos desde jóvenes que son el cerebro reptiliano, límbico y neocórtex3, ya que si intentamos ser conscientes de todas las señales simultáneamente solo percibiríamos el caos.
No podemos manejar y organizar tanta información con rapidez, así que desechamos toda la información que consideramos intrascendente, lo que significa que también descartamos la información que parece amenazante para nuestro sistema de creencias, nuestro dogma o ideología.4 Nos libramos de todo lo que pueda ser ignorado de forma segura para centrarnos en otras cosas que consideramos importantes y nuestro cerebro construye un modelo que proyectamos considerándolo como la realidad, mientras que los que nos rodean están construyendo el suyo propio. Por esta razón, cada cual percibe un mundo diferente, dado que nuestros cerebros están organizados de acuerdo a patrones que parecen ser generados por nuestros programas genéticos, por nuestras impresiones tempranas, por nuestro posterior condicionamiento, por nuestro aprendizaje y por cualquier experimento que hayamos realizado para reprogramar nuestro sistema nervioso lo cual incluye mecanismos tales como yoga, psicoterapia, semántica general, programación neurolingüística, programación a través de drogas psicodélicas, máquinas o aparatos de tonificación y otros sistemas.
No importa lo que hay a lo largo de todo el espectro de creencias de alguien con principios y valores como yo, o los de un extremista, hay algo radicalmente diferente en la creencia de que hay una sensación común hoy en día. Estamos atravesando el umbral de un estado, una condición humana hacia otra condición y la mitad de nuestra confusión, nuestra impaciencia y nuestros temores, sobre todo nuestros miedos más profundos son dos experimentos a puerta cerrada, un apartado de la vida privada y la vida personal que se debe al hecho de que todos sentimos sin ser capaces de articularlo que algo en el mundo no está bien.
Hay una conciencia entre todos nosotros, a pesar de nuestras diferencias en todos los ámbitos, desde el sexo, color, forma, raza y educación, de que algo grande está ocurriendo con la frase que pasamos a través de una ventana de oportunidad a lo que no conocemos y que es confuso porque el viejo mundo, el que conocíamos ha muerto.
No hay ninguna duda. Estamos construyendo algo o algo se está construyendo a base de nosotros. Somos la piedra viva de este nuevo templo. Hemos pasado el punto de no retorno que no significa el fin de todo, sólo significa que vamos a seguir adelante con lo que sea que ocurra a continuación.
Es cierto que no podemos regresar. No hay vuelta atrás y lo sabemos, y eso es desconcertante para todos nosotros, pero ya sabemos, las dos cosas que son muy aterradoras para un ser humano. La primera es estar en un terreno que no conocemos, totalmente extraño, foráneo, alienígena. Y sobre el segundo, no hay duda de ello, todos sabemos que el gran cambio que sentimos y tememos está en nuestro espíritu, en nuestro espíritu humano. Como tal, sabemos que hay fuerzas que lo moldean, dándole forma como el consenso de una raza de personas y no simplemente como siete mil millones de conciencias diferentes si comprenden lo que estoy tratando de decir.
El cambio está en nuestro espíritu. Se está operando un cambio y a veces nos gustan los resultados y otras veces no. Pero sabemos que es en espíritu y por espíritu me refiero a algo distinto a mi carne, la piel de mi mano, el color de mi rostro, el largo de mi cabello, la resonancia de mi voz, la mirada en mis ojos, la forma en que camino o lo que hago a otras cosas. Somos otra cosa, somos alma, somos un espíritu y eso se está moldeando.
Uno finalmente debe confiar en su propio juicio porque sólo seremos juzgados por nuestro propio juicio.
1 Fernández García, 1996: 106: “Los prejuicios configuran un mundo. Imaginario, metafísico, pero real. El mundo en que vivimos. Universo redondo, perfecto, lleno de ideales, fines, juicios y poderes, en definitiva, salvador; aunque va-ciado de causas y de potencias. Un constructo perfecto, sin constitución de ser ni de sujetos. Los prejuicios son para nosotros la brillante tela de araña que atrae y sujeta. Es preciso, por tanto, analizarlos como se analiza un sistema y deshacerlos como se deshace un lazo”.
2 Wilson, R.A.: (1977): “The Cosmic Trigger”. New Falcon Publication. Arizona. USA
3 Holmes, K.: (2019): “Neuroscience, Mindfulness and Holistic Wellness – Reflections on Interconnectivity in Teaching and Learning”. Werklund School of Education. University of Calgary. El cerebro humano tiene tres capas evolutivas. El cerebro reptiliano, el más antiguo de los tres, controla las funciones vitales del cuerpo a través de la médula oblonga y el cerebelo. Tiende a ser algo rígido, compulsivo y centrado en la supervivencia básica. La segunda capa es el cerebro límbico, que surgió por primera vez en mamíferos. Es responsable de las emociones y consiste en el hipocampo, la amígdala y el hipotálamo. Es esencial para los juicios de valor que hacemos a menudo inconscientemente que tienen una influencia directa en nuestro comportamiento. La capa final es el neocórtex, que consta de dos grandes hemisferios cerebrales que son responsables para el desarrollo del lenguaje humano, pensamiento abstracto, imaginación y conciencia. El neocórtex es flexible y tiene capacidades de aprendizaje únicas que han permitido a las culturas humanas desarrollarse.
4 Özyel, M.: (2016) “The Correlation between Brain Dominance and Language Learning Strategy Use of English Preparatory School Students”. Eastern Mediterranean University. Gazimağusa, North Cyprus.