
Comencemos por reconocer lo que muchos prefieren fingir que no ven, la economía del conocimiento está sitiada, y Occidente, con su costumbre de dormirse sobre laureles ajenos, ya no puede permitirse el lujo de girar la cabeza y tararear como si nada estuviera ocurriendo. Vivimos en un mundo donde la riqueza ya no se almacena…

