El euro digital: ¿innovación o herramienta de control?

La posible introducción del euro digital en 2027, liderada por el Banco Central Europeo (BCE), representa un cambio paradigmático en la economía europea. Aunque se promueve como una herramienta de eficiencia y modernización, también plantea interrogantes profundos sobre su potencial como instrumento de supervisión y control. Al igual que cualquier tecnología financiera disruptiva, el euro digital tiene implicaciones que van más allá de la economía, alcanzando esferas sociales, psicológicas y culturales, y afectando la soberanía y privacidad de los ciudadanos europeos.

Control financiero y rastreabilidad

Uno de los principales argumentos a favor del euro digital es su capacidad para mejorar la transparencia en las transacciones financieras, facilitando la lucha contra el lavado de dinero y la evasión fiscal. Las transacciones digitales, inherentemente rastreables, podrían aumentar la eficiencia en la recaudación fiscal y reducir actividades ilegales. Sin embargo, este mismo atributo también permite una supervisión gubernamental sin precedentes, que podría erosionar gravemente la privacidad financiera de los ciudadanos.

Daniel Solove (2013) cuestiona la supuesta dicotomía entre privacidad y seguridad, argumentando que no debería sacrificarse una en pos de la otra. En el caso del euro digital, esta preocupación es crucial: ¿qué garantías existen para evitar que la trazabilidad de las transacciones sea utilizada con fines de vigilancia masiva? Aunque el BCE promete salvaguardas, la concentración del control financiero en una entidad central plantea riesgos significativos de abuso de poder.

Impacto en la soberanía individual y estatal

Desde un enfoque geoestratégico, el euro digital también es presentado como una herramienta para reforzar la autonomía estratégica de Europa frente a la dependencia de sistemas de pago extranjeros como Visa y PayPal (Westermeier, 2024). Sin embargo, esta autonomía estatal podría lograrse a expensas de la soberanía individual. La capacidad de los estados para supervisar cada transacción podría consolidar un poder sin precedentes sobre las vidas financieras de los ciudadanos, reduciendo el control personal sobre sus propios recursos.

Exclusión financiera y brechas tecnológicas

El euro digital también podría profundizar las desigualdades existentes. Grupos vulnerables, como personas sin acceso a tecnología o alfabetización digital, podrían quedar excluidos del sistema financiero digital, aumentando la brecha financiera. Aunque se han planteado soluciones para abordar esta exclusión, como la integración de servicios accesibles y herramientas educativas, persisten dudas sobre la efectividad de estas medidas.

Influencias psicológicas y culturales

La transición hacia una moneda digital también podría alterar los patrones de gasto y ahorro de los ciudadanos. Richard Thaler (2016) destaca que las personas tienden a tomar decisiones financieras irracionales, y la facilidad de las transacciones digitales podría exacerbar este comportamiento, fomentando gastos impulsivos y aumentando el endeudamiento personal. Además, en el marco de lo cultural, la adopción del euro digital podría enfrentar resistencias dependiendo de las actitudes hacia la tecnología financiera y la confianza en las instituciones (Hofstede, 1980).

En síntesis, el euro digital no es solo una herramienta técnica; es una infraestructura de poder que redefine las relaciones entre el Estado, las instituciones financieras y los ciudadanos. Aunque sus beneficios en eficiencia y transparencia son innegables, también representa una amenaza potencial para la privacidad, la inclusión y la soberanía individual. Para garantizar que esta transformación no refuerce estructuras de control sino que beneficie a la sociedad en su conjunto, es esencial un debate público amplio y transparente, así como el establecimiento de salvaguardas robustas que protejan los derechos fundamentales.

A continuación, comparto diez medidas clave que podrían actuar como salvaguardas robustas para proteger los derechos fundamentales en la implantación del euro digital:

  1. Garantizar la privacidad de las transacciones: Establecer tecnologías avanzadas de privacidad, como la anonimización parcial o el uso de protocolos de transacción seguros, para proteger los datos personales de los usuarios y evitar una vigilancia masiva.
  1. Legislación clara sobre el acceso a los datos: Regular estrictamente quién puede acceder a los datos de las transacciones y bajo qué condiciones, asegurando que solo se utilicen con fines legítimos y con supervisión judicial.
  1. Autonomía frente al control estatal excesivo: Diseñar la infraestructura del euro digital para garantizar que los gobiernos o el BCE no puedan manipular arbitrariamente las cuentas de los ciudadanos o restringir su uso.
  1. Inclusión financiera: Desarrollar programas y tecnologías accesibles para garantizar que personas sin acceso a tecnología avanzada o alfabetización digital puedan utilizar el euro digital sin barreras.
  1. Límites en la trazabilidad: Establecer límites claros sobre la cantidad de información que puede ser rastreada, permitiendo que pequeñas transacciones sean completamente anónimas para proteger la privacidad en el día a día.
  1. Auditoría independiente del sistema: Crear organismos independientes para auditar periódicamente el sistema del euro digital, asegurando que se cumplan los estándares de privacidad, seguridad y derechos humanos.
  1. Protección contra ciberamenazas: Invertir en ciberseguridad avanzada para proteger las infraestructuras del euro digital contra ataques que puedan comprometer los datos de los usuarios o la estabilidad económica.
  1. Opciones de uso sin conexión: Asegurar que el euro digital sea funcional en entornos desconectados, para no depender exclusivamente de internet y permitir su uso en áreas rurales o en casos de emergencias.
  1. Transparencia en el diseño y la implantación: Incorporar especialistas en derechos humanos, organizaciones civiles y ciudadanos en el diseño y la implementación del euro digital para garantizar que refleje los intereses de la sociedad.
  1. Derecho al efectivo: Mantener el efectivo como una opción viable y legal para todas las transacciones, asegurando que el euro digital no se convierta en la única forma de pago y respete la libertad de elección de los ciudadanos.

Bibliografía

European Central Bank. (2023) <<A Stocktake on the Digital Euro. Frankfurt am Main: European Central Bank>>. Disponible en: https://www.ecb.europa.eu/pub/pdf/other/ecb.stocktake_digital_euro2023.en.pdf

Galascio Sánchez, M. A. (2023, noviembre 8) <<El Euro Digital>>. Policyexamination. https://policyexamination.com/2023/11/08/el-euro-digital/

Hofstede, G. (1980) <<Culture’s Consequences: International Differences in Work-Related Values>>. Beverly Hills: Sage.

Soler, P. (2024, May 7) <<Decoding the digital euro: A potential new means of payment>>. Retrieved from https://www.euronews.com/economy/2024/05/07/decoding-the-digital-euro-a-potential-new-means-of-payment

Solove, D. J. (2011) <<Nothing to hide: the false tradeoff between privacy and security>>. Yale University Press.

Thaler, R. H. (2016) <<Misbehaving: The Making of Behavioral Economics>>. W.W. Norton & Company.

Westermeier, C. (2024) <<The digital euro: a materialization of (in)security>>. Review of International Political Economy, 31(5), 1569–1592. https://doi.org/10.1080/09692290.2024.2345613

  2 comentarios para “El euro digital: ¿innovación o herramienta de control?

  1. Avatar de jatapia99
    14 noviembre, 2024 en 6:26 pm

    Marc Vidal explica en video muy amenos todo lo que va detrás de estas iniciativas. que no hay que perder de vista. Aunque parecen lo mismo, la contra es, por ejemplo principal, Blockchain, para tomar en cuenta.

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    • Avatar de policyexamination
      14 noviembre, 2024 en 6:59 pm

      Gracias por tu comentario, jatapia99. Es cierto que Marc Vidal aborda este tipo de iniciativas de manera muy amena e invita a reflexionar sobre lo que hay detrás de ellas. En cuanto a Blockchain, aunque se presenta como una alternativa más descentralizada y privada en comparación con el modelo del euro digital, no está exento de fallos y limitaciones que también debemos considerar.
      Por ejemplo, Blockchain, al ser una tecnología pública y transparente, podría exponer información sensible si no se establecen adecuadamente medidas de anonimización. Además, aunque las transacciones son inmutables y verificables, esto no significa que sean completamente seguras. Los ataques a las plataformas que gestionan las claves privadas, errores en contratos inteligentes o la posibilidad de ataques del 51% son vulnerabilidades que pueden comprometer la seguridad de los usuarios.
      Otro punto clave es que Blockchain no garantiza privacidad absoluta. Aunque ofrece seudonimato, con las herramientas correctas y suficiente motivación, es posible rastrear y vincular transacciones a identidades reales, especialmente en entornos regulados. Esto plantea preocupaciones similares a las del euro digital en términos de trazabilidad.
      En esencia, la seguridad absoluta no existe, ni en Blockchain ni en el modelo propuesto para el euro digital. Por ello, cualquier tecnología financiera debe diseñarse con salvaguardas robustas y un enfoque que priorice los derechos y la protección de los ciudadanos. De hecho, en noviembre de 2023 publiqué un análisis sobre el euro digital en Policyexamination, donde también exploré estos riesgos y desafíos. Te invito a revisarlo aquí: https://policyexamination.com/2023/11/08/el-euro-digital/ y también “Blockchain: tecnología disruptiva con múltiples aplicaciones” https://policyexamination.com/2023/03/31/blockchain-tecnologia-disruptiva-con-multiples-aplicaciones/
      Desde luego, reconozco que no poseo respuestas definitivas, y precisamente por eso considero esencial seguir debatiendo estas tecnologías con un enfoque crítico y constructivo. No se trata de soluciones mágicas, sino de herramientas complejas que, además de presentar ventajas y desventajas, requieren una implantación que combine rigor y transparencia. Dicho esto, mantengo cierto escepticismo respecto a las intenciones del Estado y, aún más, hacia las de Europa. ¡Gracias por aportar perspectivas que hacen este diálogo aún más enriquecedor!

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