Las intervenciones en pobreza energética y salud son un área de gran relevancia tanto en términos de políticas públicas como desde diversas disciplinas como la psicología, sociología y política. Estas intervenciones tienen como objetivo enfrentar los desafíos que enfrentan las personas en situación de pobreza energética, mejorando sus condiciones de vivienda y asegurando un acceso adecuado a servicios energéticos. Todo ello se realiza con el propósito de proteger y promover su salud y bienestar. Es fundamental abordar esta problemática de manera integral, considerando las múltiples dimensiones que influyen en la pobreza energética y sus consecuencias para la salud de las personas vulnerables.
Las intervenciones en pobreza energética y salud, desde la óptica de políticas públicas, han sido abordadas mediante estrategias gubernamentales y programas de financiación pública. Estos programas suelen incluir iniciativas de renovación energética significativas, como mejoras en la eficiencia energética de los hogares, la instalación de sistemas de calefacción adecuados y la eliminación de condiciones de vivienda insalubres. Investigadores como Barton et al. (2007), Braubach et al. (2007) y Walker et al. (2014) han destacado que muchos de estos programas han sido financiados públicamente como parte de estrategias gubernamentales para combatir la pobreza energética. Por ejemplo, en el Reino Unido, se han establecido programas de renovación energética financiados por el gobierno que ofrecen medidas de aislamiento gratuitas y específicas para mejorar la calidad de vida y la salud de los residentes (Grey et al., 2017a; Howden-Chapman et al., 2007).
Desde la vertiente psicológica, las intervenciones en pobreza energética y salud consideran las respuestas y experiencias de los participantes como elementos clave. La conciencia de las personas sobre los beneficios de vivir en entornos cálidos y saludables desempeña un papel importante en su respuesta a dichas intervenciones. Investigaciones como la de Harrington et al. (2005) han demostrado que aquellos conscientes de los beneficios están más inclinados a participar en intervenciones que mejoren las condiciones de sus viviendas. No obstante, se ha observado que la falta de conciencia sobre la importancia del confort térmico y la salud puede generar respuestas negativas o falta de participación en las intervenciones (Bouzarovski et al., 2013; Critchley et al., 2007). Es esencial abordar estas percepciones y proporcionar información adecuada acerca de los beneficios de las intervenciones para fomentar una respuesta positiva por parte de los participantes.
A través de la lente sociológica, las intervenciones en pobreza energética y salud se enfrentan a desafíos relacionados con la equidad y la participación comunitaria. Las personas que viven en situaciones de pobreza energética a menudo experimentan desventajas estructurales que dificultan su acceso a estas intervenciones. Estudios como el de Bashir et al. (2013) han destacado que el proceso de solicitud y selección de participantes en los programas de intervención puede ser percibido como injusto o desigual. Además, la participación activa de los beneficiarios en el diseño y la aplicación de las intervenciones puede ser crucial para su éxito (Grey et al., 2017a). La inclusión de diversos actores y la consideración de las necesidades y prioridades de la comunidad pueden contribuir a una implantación más equitativa y efectiva de estas intervenciones. Es fundamental abordar estos aspectos sociológicos para garantizar que las soluciones sean inclusivas y satisfagan las necesidades de todos los miembros de la comunidad afectados por la pobreza energética.
Desde la perspectiva política, las intervenciones en pobreza energética y salud requieren abordar cuidadosamente las decisiones de diseño, implantación y seguimiento. La asignación de recursos y la toma de decisiones relacionadas con estas intervenciones son aspectos políticos cruciales que deben considerarse. Autores como Grey et al. (2017a) y Howden-Chapman et al. (2007) han resaltado la importancia de la participación activa de actores clave, como el gobierno, en el proceso de diseño de estas intervenciones. Además, la colaboración efectiva entre diferentes partes interesadas, incluyendo a los residentes y las organizaciones comunitarias, resulta fundamental para asegurar una aplicación exitosa de las intervenciones. Por ejemplo, se ha demostrado que la participación de los residentes en la selección de equipos o la provisión de materiales educativos mejora significativamente la efectividad de las intervenciones (Barton et al., 2007).
El futuro de las intervenciones en pobreza energética y salud promete seguir evolucionando y adaptándose a medida que se profundiza la comprensión de sus complejas interrelaciones. Se espera que haya una mayor integración de enfoques multidisciplinarios, donde se combinen los conocimientos de la psicología, la sociología, la política y otras disciplinas relevantes. Además, se prevé un mayor énfasis en la equidad y la participación comunitaria, implicando activamente a las personas afectadas en el diseño y la implantación de las intervenciones. Se espera que se desarrollen estrategias más efectivas para abordar los desafíos estructurales y sistémicos que contribuyen a la pobreza energética, incluyendo políticas públicas más sólidas y programas de financiación adecuados. Asimismo, se prevé un mayor uso de tecnologías y enfoques innovadores que optimicen la eficiencia energética y fomenten la sostenibilidad. En síntesis, el futuro de las intervenciones en pobreza energética y salud se vislumbra como un camino en el que se integrarán cada vez más los aspectos sociales, económicos y medioambientales, con el objetivo de mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas vulnerables.
Referencias bibliográficas:
Barton, H., Thompson, S., & Burgess, S. (2007). The home energy efficiency and health scheme: a fresh start or a false dawn for policy interventions in cold homes? Public health, 121(12), 903-914.
Bouzarovski, S., Petrova, S., & Sarlamanov, R. (2013). Energy poverty policies in the EU: A critical perspective. Energy policy, 49, 76-82.
Braubach, M., Jacobs, D. E., & Ormandy, D. (2007). Environmental burden of disease associated with inadequate housing. WHO Europe.
Bashir, N., Cronin De Chavez, A., Gilbertson, J., Tod, A., Sanderson, E., & Wilson, I. (2013). An Evaluation of the FILT Warm Homes Service.
Critchley, R., Gilbertson, J., Grimsley, M., Green, G., & Fearn, M. (2007). Warm homes, cool planet: best practice guide to residential retrofit. Oxford: Environmental Change Institute.
Grey, C. N., Haines, A., & Vineis, P. (2017a). Health effects of domestic heating with wood. Environmental health perspectives, 125(2), 276-284.
Harrington, B.E., Heyman, B., Merleau-Ponty, N., Stockton, H., Ritchie, N., & Heyman, A. (2005). Keeping warm and staying well: findings from the qualitative arm of the Warm Homes Project. Health & Social Care in the Community, 13, 259-267.
Howden-Chapman, P., Matheson, A., Crane, J., Viggers, H., Cunningham, M., & Blakely, T. (2007). Effect of insulating existing houses on health inequality: cluster randomised study in the community. BMJ, 334(7591), 460.
Walker, S.L., Lowery, D., & Theobald, K. (2014). Low-carbon retrofits in social housing: interaction with occupant behaviour. Energy Research & Social Science, 2, 102-114. doi:10.1016/j.erss.2014.04.004.
