La economía del acceso: Desafíos y oportunidades en un mundo en transformación

En este editorial, abordaré el tema del empleo y destacaré que el concepto de posesión es fundamental para la economía y nuestra vida cotidiana. Pagamos por bienes o activos y estos se convierten en nuestra propiedad.

No obstante, este concepto ha enfrentado críticas desde hace mucho tiempo por parte de filósofos, como Cicerón (106-43 a.C.), quien señaló que la propiedad privada no existe en la ley natural; solo existe en la ley humana. Dos mil años después, el inglés Ronald Coase (1910-2013), ganador del Premio Nobel de Economía en 1991, afirmó: «La ley de propiedad determina quién es dueño de algo, pero el mercado determina cómo se utilizará».[1] Y esto debemos grabarlo con fuego en nuestra mente.

El motivo radica en el hecho de que hay fuerzas ideológicas impulsando el mercado hacia un nuevo concepto que cuestiona la noción de propiedad: la economía compartida o colaborativa. Esta se define como un entorno en el que las personas o empresas se conectan a través de herramientas en línea para ofrecer recursos de cualquier tipo a aquellos interesados en utilizarlos. Esta nueva concepción que se está promoviendo explica las acciones de grupos políticos que, a través de la aprobación de decretos, amenazan los fundamentos de la economía actual de la sociedad española. Por esta razón, no resulta sorprendente que en España haya un «Movimiento okupa» organizado y que los partidos emergentes impulsen constantemente acciones dirigidas a socavar el concepto de propiedad privada.

En esa línea, las generaciones más jóvenes buscan eficiencia, minimalismo y comodidad al obtener servicios cuando surge la necesidad. ¿Necesitas un lugar para hospedarte durante unos días? ¿Un espacio temporal para trabajar, preferiblemente colaborativo? ¿Un vehículo para visitar a un amigo? ¿Un vestido diseñado por alguien reconocido o un elegante bolso para una ocasión especial? ¿Pintura, carpintería, tareas domésticas? Clases particulares. Todo lo que necesitas está al alcance de tu teléfono inteligente.

En lugar de «economía compartida», sería más apropiado utilizar el término «economía de acceso», ya que la mayoría de los tipos de negocios mencionados anteriormente no son propietarios de activos, sino que facilitan el acceso de los usuarios a ellos. Por ejemplo, Airbnb no posee las propiedades a las que brinda acceso, pero en marzo de 2017, cuando recaudó fondos, se convirtió en una empresa valorada en aproximadamente 30 mil millones de dólares (al menos en términos teóricos). Por otro lado, la cadena hotelera Hilton, que lleva existiendo cien años en 2019, es propietaria de cientos de hoteles en todo el mundo y tenía un valor de mercado de aproximadamente 21 mil millones de dólares al cierre de 2018. Mientras que los negocios tradicionales asumen todos los gastos y la logística como parte de sus operaciones, Airbnb simplemente ofrece acceso y una interfaz para el cliente. No es sorprendente, entonces, que en abril de 2016 la cadena Accor[2] adquiriera Onefinestay, una versión de lujo de Airbnb.

Facebook (Meta) y Google hacen lo mismo de manera rentable: conectar al consumidor con servicios o productos. Los costes y la infraestructura para crear estos productos y servicios son significativos, pero esto no tiene ninguna repercusión en las interfaces.Los grandes ganadores de la economía compartida (o la economía de acceso) son los propietarios de estas interfaces. Cuanto más elegante, simple y eficiente, mejor.

La opinión sobre esta economía compartida, colaborativa o de acceso, sea cual sea el término que elijamos, está lejos de ser unánime. Los defensores de este enfoque argumentan que reduce el desperdicio (sostenible), promueve la independencia del consumidor y fomenta la idea de compartir en lugar de poseer. Por ejemplo, en lugar de necesitar poseer un taladro, solo necesitamos hacer un agujero en un momento determinado. Sin embargo, existen opiniones diversas sobre si esta es una solución a largo plazo o simplemente una solución puntual para problemas específicos.

Entre las críticas, la más común es la vinculada a los empleos. Muchas personas pierden su trabajo porque su actividad se ha «compartido» o «colaborado» entre varios proveedores. Otros dicen que compartir la economía es un empleo solo para personas jóvenes, no para adultos con responsabilidades familiares. Otro argumento es que el surgimiento de trabajos temporales y no permanentes (síntoma de la «gig economy»[3]) es un desafío para los sistemas de seguridad social.

El movimiento hacia una economía basada en la idea de «no poseer», por así decirlo, es una realidad innegable y parece estar aquí para quedarse. Existen intereses que respaldan esta idea en todos los sectores políticos, lo que demuestra su relevancia e influencia. Ante esta transformación en nuestra sociedad, economía y cultura, surge la pregunta: ¿Cómo podemos abordar este cambio de manera efectiva? ¿Cómo podemos capitalizar sus ventajas y mitigar sus desventajas? ¿Qué oportunidades se presentan ante nosotros y cómo podemos prepararnos para aprovecharlas?

Si bien aún es demasiado pronto para tener respuestas definitivas, podemos comenzar explorando estas interrogantes y reflexionando sobre ellas. Al hacerlo, estaremos dando los primeros pasos para comprender y adaptarnos a esta nueva realidad en constante evolución.

Es crucial que los ciudadanos estén atentos y no se dejen distraer por el ruido mediático que busca desviar su atención. Es importante que no caigamos en un diagnóstico erróneo de la situación socioeconómica y política de nuestro país, ya que esto podría obstaculizar nuestros esfuerzos por adaptarnos a los cambios que enfrentamos.

Es fundamental mantenernos informados de manera objetiva y crítica, analizando las diferentes perspectivas y fuentes de información. Solo así podremos tener una comprensión sólida de la realidad y tomar decisiones acertadas para adaptarnos de manera efectiva a los desafíos que se nos presentan. No permitamos que el ruido mediático nos aparte de nuestra responsabilidad como ciudadanos informados y comprometidos con el futuro de nuestro país.

[1] Ronald Coase (1910-2013) fue un reconocido economista británico ganador del Premio Nobel de Economía en 1991. Se le conoce principalmente por sus contribuciones en el campo de la economía institucional y la teoría de los costos de transacción. Coase es famoso por su artículo seminal de 1937, «The Nature of the Firm» (La naturaleza de la empresa), donde introdujo el concepto de los costos de transacción y explicó por qué las empresas existen en lugar de que todas las transacciones se realicen en el mercado. Argumentó que las empresas surgían para minimizar los costos de transacción, como la búsqueda de proveedores, la negociación de contratos y la resolución de conflictos, al realizar actividades internamente en lugar de externalizarlas.

[2] La cadena Accor es una empresa hotelera multinacional con sede en Francia. Fundada en 1967, Accor es una de las compañías hoteleras más grandes del mundo y opera en más de 110 países. Su portafolio de marcas incluye una amplia gama de hoteles que se adaptan a diferentes segmentos de mercado, desde hoteles económicos hasta hoteles de lujo. Algunas de las marcas más reconocidas de Accor incluyen Sofitel, Novotel, ibis, Mercure, Pullman y Fairmont, entre otras.

[3] La «Gig Economy» (también conocida como economía de los trabajos temporales, economía independiente o economía de encargos) se refiere a un modelo económico en el que los trabajadores realizan trabajos temporales, independientes y flexibles, generalmente a través de plataformas digitales. En lugar de tener empleos tradicionales a tiempo completo, los trabajadores de la «Gig Economy» se dedican a trabajos independientes por encargo, conocidos como «gigs» o trabajos temporales. En esta economía, las personas pueden ofrecer sus habilidades y servicios a través de plataformas en línea, como Uber, Airbnb, Upwork y TaskRabbit, entre otras. Estas plataformas actúan como intermediarios entre los proveedores de servicios y los clientes, facilitando la conexión y la transacción entre ellos.

  1 comentario para “La economía del acceso: Desafíos y oportunidades en un mundo en transformación

  1. Manuel
    27 mayo, 2023 en 10:03 am

    Si un okupa puede alojarse en una propiedad ajena y quedarse el tiempo que quiera sin pagar; podemos también coger ropa en una tienda si no tenemos para vestir y zapatos y móvil y coche. Porque te detienen por robar ropa y no por robar y utilizar tu propiedad. Porque tanto tiempo para cambiar una ley, terminarán viniendo todos y metiéndose en nuestras casas, vivirán gratis y los propietarios a dormir bajo un puente. Extraño país!

    Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: