El dilema de Irlanda: impuesto mínimo global

Las presiones sobre Irlanda para que firme un gran acuerdo de reforma global del impuesto de sociedades van en aumento, ya que la cumbre del G20 insta a todos los países que se resisten a firmarlo. Irlanda forma parte de los ocho países que no han suscrito el acuerdo por el cual se comprometen a aplicar un tipo mínimo del impuesto de sociedades a nivel mundial de al menos el 15%.[1]

Entre las razones que justifican la objeción irlandesa se encuentra la afirmación, tantas veces citada, de que el actual tipo impositivo del 12,5% del país es la «piedra angular» de su política industrial. Un tipo mínimo del impuesto de sociedades en todo el mundo reduciría los incentivos para establecerse en Irlanda.

Es incuestionable que Irlanda ha logrado captar Inversión Extranjera Directa (IED), particularmente de Silicon Valley: compañías como Apple, Google y Facebook tienen presencia en la República. De acuerdo con la Cámara de Comercio de Estados Unidos, hay más de 800 empresas estadounidenses que emplean a 180.000 personas en Irlanda, muchas de las cuales disfrutan de empleos bien remunerados, mientras que las inversiones estadounidenses aportan 5.300 millones de dólares (4.500 millones de euros) cada año.[2] En esta línea, cabe señalar que en 2019, por primera vez han sobrepasado el trillón de euros.[3]

Irlanda se enfrentará a una compleja negociación sobre el tipo mínimo del impuesto de sociedades durante los próximos meses. Aunque tiene libertad para estar o no en el acuerdo, de momento lo inteligente es permanecer en las negociaciones, ya que el gobierno irlandés se juega una considerable cantidad de ingresos, además de lo que podría significar un cambio radical en las relaciones con las empresas tecnológicas radicadas allí. A esto se suma una agresiva campaña intimidatoria de la OCDE para establecer mecanismos de penalización para aquellos países que no quieran adherirse.[4]

Ciertamente, las presiones de los países firmantes son enormes y amenazan con calificarles como un paraíso fiscal. En particular, los franceses, se han quejado del bajo tipo impositivo a las corporaciones, mientras que ellos conceden a las empresas este tipo de exenciones fiscales lo que significa que su tipo efectivo es mucho menor que el irlandés. Es una hipocresía, porque hay muchos que promueven el acuerdo, que aparentemente tienen un tipo más alto, pero hay convenios empresa por empresa con subvenciones y concesiones que a veces distorsionan las normas y estos acuerdos. [5] De hecho, hay otros países con más flexibilidad que Irlanda en su política fiscal.

En términos del impuesto y las distintas calificaciones y presiones utilizadas contra Irlanda en el pasado y en la actualidad, es importante evaluar en qué punto se encuentra cada país en la implantación del acuerdo, en vez de presionar al gobierno irlandés para adherirse a él.

En este sentido, pienso que Irlanda debería obviar las presiones y formular un criterio sobre la postura de los diferentes países firmantes. Por otra parte, es el momento de que Irlanda exponga sus razones, especialmente para contrarrestar los ataques de los franceses y la presión de Olaf Scholz, ministro de Finanzas de Alemania, que se encuentra entre los que apoyan esta propuesta.[6] Y es que Irlanda cuenta con una plataforma lo bastante robusta como para presentar por sí misma los argumentos a favor de su postura de manera que todos los firmantes puedan conocerlos al margen de la influencia de la maquinaria mediática o publicitaria de otros países que en el fondo desean arrebatarle inversores.

Actualmente, todos los ministros de finanzas afrontan las mismas exigencias que Irlanda, puesto que tienen enormes deudas y la necesidad apremiante de pedir préstamos, y cada país está intentando hallar el modo de incrementar sus ingresos fiscales, así que es preciso ser consciente de ello y exponer sus argumentos con cautela y aplomo, y, en esta vía comprendo por qué los irlandeses han lanzado una consulta pública. En términos del acuerdo, hay un enorme esfuerzo por delante en los próximos meses y con toda probabilidad la prensa se mostrará escéptica e insinuará que lanzar una consulta pública, que durará hasta septiembre, es una manera de eludir responsabilidades y aplicar la narrativa de que los ciudadanos están de acuerdo y de este modo, reforzar su decisión.

No obstante, este no es el enfoque real en esta cuestión, ya que, si observamos la situación actual, se ha decidido no llegar a un acuerdo, lo que ha sido objeto de importantes cuestionamientos y críticas por parte de algunos, y cualquier decisión que tomen al respecto en los próximos meses o años no dependerá en absoluto de decir que lo hacen porque los ciudadanos lo desean o porque ciertos intereses económicos lo quieren así. Aquí lo importante es que las empresas y la comunidad en general tengan muy presente los pros y los contras de este acuerdo, ya que se quiere mantener el 12,5%, a pesar de que la gente está tratando de determinar si es un acuerdo. Suena más bien a imposición.

El incremento de los ingresos se aplicará no sólo a las multinacionales, sino también a todas las pequeñas y medianas empresas que pagan el impuesto de sociedades, lo que algunos consideran como una gran ventaja para el Estado. En esta línea, se perderán las empresas que se retirarán y las empresas que no van a invertir porque han visto el tipo impositivo como un incentivo, así que el problema al que se enfrentarán aquí es el cambio del tipo, al menos de un tipo mínimo, en el futuro.

Esta no es la única parte del acuerdo, también el proyecto recoge un cambio considerable en la forma de recaudar los impuestos y en la forma de pagarlos. La idea de la OCDE es que las empresas que facturen más de 750 millones de dólares y tengan un margen de beneficio superior al 10% queden sujetas a una reasignación de bases imponibles que impondrá obligaciones en distintos países donde tengan actividad, con el tipo mínimo del 15% como referencia. Si se cumplen los planes de la organización con sede en París, el nuevo marco fiscal puede generar hasta 150.000 millones de dólares de ingresos fiscales adicionales. En España, el golpe esperado es de 1.200 millones, de los cuales un 50% recaerá sobre los salarios de los trabajadores.[7] Por lo que lo que muchos abogan actualmente es que este proyecto continúe en paralelo con un cambio en el tipo, así que si observamos lo que esto significa, el cambio en lo que se denomina como derechos de imposición se traduce en que podrían perder hasta 2.000 millones de euros en ingresos anuales del impuesto de sociedades, probablemente en tres o cuatro años. Y, en cuanto a lo que puede significar un tipo más alto, hay que estudiar, entre otros aspectos, hasta qué punto un tipo más alto reduciría la competitividad de Irlanda frente a otras economías y, al mismo tiempo, repercutiría en el mantenimiento y creación de empleo en ese país, lo que, por supuesto, también incidiría en los ingresos fiscales en el futuro.

Preguntado por el impulso mundial a la reforma fiscal, Paschal Donohoe, ministro de Economía irlandés, enumeró sus tres razones para oponerse a un tipo mínimo del impuesto de sociedades: En primer lugar, para competir con economías más grandes, los países pequeños -como Irlanda- necesitan utilizar la política fiscal para compensar factores como la falta de escala y el patrimonio industrial. En segundo, un acuerdo sobre los tipos tiene que permitir la competencia fiscal y por último, la necesidad de respetar la «soberanía fiscal» de cada Estado nación.[8]

La cuestión es ¿tienen que aceptar el acuerdo porque hay una mayoría? Cuando uno de los baluartes para votar a favor de estos tratados en la UE es que la fiscalidad es una competencia nacional y ahora la OCDE les intimida para que abandonen ese principio. Además, hay otra cuestión, que es dónde y cómo se recaudan los impuestos, ¿sería necesario el acuerdo de todos los miembros de la OCDE, porque para acordarlo y aplicarlo tienen que ser todos parte de ese acuerdo?

En cuanto a la cuestión de la soberanía nacional, Irlanda ya ha cedido mucha soberanía en muchos ámbitos económicos y políticos como parte de su pertenencia a la UE. De hecho, desde su adhesión al bloque en 1972, Irlanda ha aceptado aplicar varias directivas de la UE relacionadas con la fiscalidad, como las relativas al intercambio de información y al arbitraje vinculante en los litigios fiscales. Para Irlanda, los principios por los que se cede y no se cede la «soberanía fiscal» no están claros y pueden reflejar más bien simples razones de practicidad y conveniencia.

En Irlanda, hay quien sostiene que el acuerdo de la OCDE es prematuro porque no sobrevivirá al Congreso de Estados Unidos, donde el Partido Republicano se opone rotundamente a cualquier reforma que aumente los impuestos. Una teoría bastante factible puesto que los lobbies utilizarán toda su influencia para evitar que esta iniciativa lesione los intereses legítimos de sus empresas. Esta suposición podría explicar la estrategia de «esperar y ver» de Dublín y permite a los ministros declarar en público que seguirán participando «constructivamente» en los debates mundiales.[9]

El establecimiento de un tipo mínimo del 15% en el impuesto de sociedades en toda la UE requiere una directiva, como señaló el ministro irlandés de finanzas. Según los tratados de la UE, cualquier asunto fiscal debe aprobarse por unanimidad, lo que significa que un simple «no» puede desbaratar el «sí» de los otros 26 Estados miembros.[10] Según los impulsores del acuerdo “un plan de implantación detallado junto con los temas restantes se finalizará para octubre de 2021″.[11]

Estoy convencido de que los irlandeses saben mover sabiamente sus piezas, no solamente porque está en juego la estructura económica que les sustenta, sino por la experiencia adquirida y porque después de lo que históricamente han vivido no van a dar un paso atrás en la defensa de su facultad de decidir qué es lo mejor para ellos.

[1] <<G20 to urge Ireland to sign up to global tax deal: Summit increases pressure on countries who have not signed corporate tax deal>> (2021-07-09) The Irish Times. Recuperado de: https://www.irishtimes.com/business/economy/g20-to-urge-ireland-to-sign-up-to-global-tax-deal-1.4615796

[2]Stewart, J.M.: (2021) <<The real reason Ireland is against a 15% minimum corporate tax rate>> https://www.euronews.com/2021/07/16/the-real-reasons-ireland-is-against-a-15-minimum-corporate-tax-rate-view

[3] Burke-Kennedy, E.: (2021) <<Foreign direct investment in Ireland exceeds €1 trillion for first time>> The Irish Times. https://www.irishtimes.com/business/economy/foreign-direct-investment-in-ireland-exceeds-1-trillion-for-first-time-1.4565120

[4] Trula, E.M.: (2021) <<El acuerdo por un impuesto mínimo global a empresas prospera. Y a Irlanda no le vendría nada bien>> https://magnet.xataka.com/en-diez-minutos/acuerdo-impuesto-minimo-global-a-empresas-prospera-a-irlanda-no-le-vendria-nada-bien

[5] <<Bruselas investiga a Francia y Bélgica por posibles ayudas ilegales a sus puertos>> (2016-07-08) Europa Press. Recuperado de: https://www.europapress.es/economia/fiscal-00347/noticia-bruselas-investiga-francia-belgica-posibles-ayudas-ilegales-puertos-20160708121912.html

[6] <<5 claves para entender qué es un impuesto mínimo global a las multinacionales como el que respaldaron casi 140 países>> (2021-07-02) BBC News Mundo. Recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-56678736

[7] Sánchez De la Cruz, D.: (2021) <<Irlanda, Hungría y Estonia se plantan ante el «impuesto mínimo» de Sociedades que impulsan el G-7 y la OCDE>> https://www.libremercado.com/2021-07-08/irlanda-estonia-hungria-oponen-ocde-impuesto-minimo-global-6797499/

[8] Stewart, J.M.: (2021) <<The real reason Ireland is against a 15% minimum corporate tax rate>> https://www.euronews.com/2021/07/16/the-real-reasons-ireland-is-against-a-15-minimum-corporate-tax-rate-view

[9] Ibídem

[10] Ibídem

[11] <<5 claves para entender qué es un impuesto mínimo global a las multinacionales como el que respaldaron casi 140 países>> (2021-07-02) BBC News Mundo. Recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-56678736

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