
Vivimos en una era donde las cadenas no se ven, pero se sienten. Donde los barrotes no son de hierro, sino de ideas prefabricadas, promesas políticas huecas y sueños impuestos por narrativas dominantes que, lejos de liberar, adormecen. El ciudadano moderno, expuesto a un bombardeo constante de estímulos, ideologías de moda y valores diseñados, se…
