
El reciente anuncio del gobierno alemán de clasificar a una fuerza opositora —Alternativa para Alemania (AfD)— como “amenaza extremista” no puede entenderse simplemente como una medida preventiva frente al radicalismo. Se trata, en realidad, de un síntoma más profundo: el de una arquitectura institucional que ha perdido confianza en su propia resiliencia. En los marcos…
