El fenómeno del fanatismo ha trascendido los límites de la religión y se ha manifestado en movimientos sociales y plataformas de reivindicación. Desde una perspectiva psicológica, se pueden analizar las motivaciones y características de los individuos que se implican en estos movimientos. Según Hoffer (1951), en su obra «The True Believer: Thoughts on the Nature of Mass Movements», el fanatismo es resultado de la búsqueda de un sentido de identidad y propósito en la vida. Los individuos que se unen a estos movimientos encuentran en ellos una forma de pertenencia y una oportunidad para expresar sus creencias y frustraciones.[1] Según Festinger (1956) y su teoría de la disonancia cognitiva, las personas tienden a buscar consistencia entre sus creencias y comportamientos, y el fanatismo puede surgir como una forma de reducir la tensión generada por la discrepancia entre la realidad y las creencias arraigadas.[2] Además, la necesidad de pertenencia social y de encontrar un propósito en la vida puede llevar a individuos vulnerables a adherirse a movimientos fanáticos.[3]
Desde un enfoque sociológico, se puede observar cómo estos movimientos de masas representan una respuesta a las desigualdades sociales y a los problemas contemporáneos. Los «nuevos movimientos sociales», se apartan de las ideologías tradicionales y se enfocan en temas concretos de la vida actual. Por ejemplo, movimientos que abogan por los derechos humanos, la igualdad de género o la protección del medio ambiente. Estos movimientos pueden generar una sensación de pertenencia y solidaridad entre sus seguidores, pero también pueden alimentar el fanatismo si se vuelven intransigentes y dogmáticos en sus posturas. [4] Esto alimentado por las cámaras de eco en las redes sociales es una auténtica bomba de relojería social. En este sentido, estos movimientos pueden ofrecer una sensación de pertenencia, identidad colectiva y una voz para aquellos que se sienten excluidos o desfavorecidos por la sociedad.[5] Por ejemplo, en movimientos nacionalistas extremos, el fanatismo puede surgir como una respuesta a la percepción de amenazas externas a la identidad cultural y la necesidad de preservarla.
En la dimensión política, es importante destacar que no solo los movimientos religiosos, sino también los políticos, pueden ser vehículos de fanatismo. El fundamentalismo, que puede manifestarse tanto en el ámbito religioso como en el político, implica una adhesión intransigente y dogmática a una determinada doctrina. Por ejemplo, el fundamentalismo islámico ha sido objeto de preocupación debido a su enfoque radical y su propensión a la violencia. Sin embargo, también existen fundamentalismos políticos en diversas partes del mundo, que se basan en creencias rígidas y excluyentes. Además, los líderes carismáticos y manipuladores pueden aprovechar el fanatismo para promover agendas políticas autoritarias o antidemocráticas.[6] Un ejemplo contemporáneo es el surgimiento de movimientos políticos populistas que se basan en discursos polarizadores y la demonización de grupos minoritarios.
En cuanto a la evolución del fanatismo, es difícil predecir su curso exacto. Sin embargo, es probable que esté influenciado por factores como el avance de la tecnología y la comunicación, que pueden facilitar la difusión de ideas extremistas y la formación de comunidades virtuales de fanáticos.[7] Asimismo, los cambios sociales, económicos y políticos pueden generar nuevas tensiones y desafíos, que podrían alimentar el surgimiento de movimientos fanáticos en el futuro.
Es esencial abordar este fenómeno con un enfoque multidisciplinario para comprender sus causas y consecuencias.
[1] Hoffer, E. (1951) <<The True Believer: Thoughts on the Nature of Mass Movements>>. Harper & Brothers.
[2] Festinger, L. (1956) <<When Prophecy Fails: A Social and Psychological Study of a Modern Group that Predicted the Destruction of the World>>. Harper & Row.
[3] Hogg, M. A. (2014) <<Psicología social>> Pearson.
[4] Seoane, J., Garzón, P., et al. (1988) <<Los nuevos movimientos sociales: de la ideología a la identidad>>. Siglo XXI Editores.
[5] Turner, J. C. (1987) <<Rediscovering the Social Group: A Self-Categorization Theory>>. Basil Blackwell.
[6] Adorno, T. W., et al. (1950) <<The Authoritarian Personality>>. Harper & Brothers.
[7] Sunstein, C. R. (2017) <<#Republic: Divided Democracy in the Age of Social Media>>. Princeton University Press.
